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Me gustarÃa debatirlo. Yo lo debato conmigo misma justo antes de ponerme a corregir. Lo que quiero decir es que inevitablemente estamos influenciados por lo que conocemos, y si hay algo que escapa a nuestro entendimiento no debemos tratar de cambiarlo porque no es nuestro trabajo (y esto es aplicable a todas las profesiones, me temo). Esta ha sido una de las lecciones más importantes que aprendà cuando llegué a Valentia Autores, porque tuve que abrir la mente a otros estilos. Sin ir más lejos, ahora estoy con una novela de prosa gótica, y he tenido que leer sobre ella para adquirir el criterio necesario y corregirla.
Acabada la idea de "lo que está bien y está mal", os planteo una reflexión que llegó hasta mà desde la editorial. ¿Estamos acostumbrados a un estilo homogéneo? ¿Se cortan todas las novelas actuales por el mismo patrón? Una lectura agradable se puede conseguir de muchas maneras. Sin embargo, hay estilos peculiares que o te fascinan, o no pasas de la tercera página. Autores como Tolkien, del que se ha dicho que poseÃa una prosa de segunda, Lovecraft, King, habrán resultado chocantes en la primera lectura. Como ellos, cientos, pero tienen algo en común: no gustan a todo el mundo. ¿A qué se debe? Seguramente, a su disparidad.
Puede ser que las editoriales actuales publiquen novelas muy iguales en cuanto a capacidad literaria a fin de cubrir las necesidades de un público más grande, pero es muy probable que el lector medio no esté acostumbrado a leer obras un poco más obtusas o desafiantes, por decirlo de alguna manera. He de admitir que por eso me cuesta tanto meterme en los clásicos, y aunque ya me haya acostumbrado a la pluma de algunos, como Austen o Balzac, no puedo dejar de mirarlos con recelo.