Celsius 2014: Mesa redonda de literatura juvenil

6:41:00

Hoy acaba el ciclo no-tan-relámpago-como-cabía-esperar de entradas sobre el Celsius 2014.


La mesa redonda de literatura juvenil tuvo lugar un par de horas antes de la gran conferencia “Tres acercamientos diferentes a la literatura fantástica” que nos había puesto los dientes largos a todos. Pero la que nos ocupa hoy tampoco tuvo desperdicio alguno, pues el elenco de escritores no pudo ser más diverso: Pedro Riera, premio CCCEI de literatura juvenil con “La leyenda del bosque” y conocido más por su experiencia en los Balcanes con “Heridas de guerra” y “Un alto en el campo de los mirlos”; David Lozano, autor zaragozano de la trilogía de fantasía gótica “La puerta oscura” pero aún más famoso por hacer sufrir a sus personajes; Javier Ruescas como moderador en el centro de la mesa; Gabriella Campbell, poetisa (El árbol del dolor), ex editora y coautora de “El fin de los sueños” junto con el último invitado de la mesa, José Antonio Cotrina, el único capaz de competir con David Lozano en la categoría de autores sádicos y despiadados. Ambos autores pusieron la nota de humor en el encuentro, que duró cerca de una hora.

Javier Ruescas planteó la mesa como un recorrido editorial desde la idea hasta la post-publicación desde la perspectiva de estos cuatro autores. Me sorprendió gratamente Pedro Riera, quizás por la templanza con la que hablaba de sus experiencias en Yemen y Birmania, si no recuerdo mal.

David Lozano abrió el debate sobre la concepción de ideas y resumió su experiencia citando a Robert L. Stevenson:
Ciertos lugares hablan con su propia voz. Ciertos jardines sombríos piden a gritos un asesinato; ciertas mansiones ruinosas piden fantasmas; ciertas costas, naufragios. 
Tiene cierto parecido con el chispazo que siente Riera, aunque él espera a madurar la idea antes de sentarse a escribir. El autor reconoce que la naturaleza forma parte de su inspiración: “cuando estoy atascado, solo necesito dar un paseo por el campo para despejarme. La solución viene sola” (¿será por eso por lo que me gusta?). Campbell y Cotrina coincidieron en que el proceso es diferente si son dos o cuatro manos las que escriben. En su caso, añadió Cotrina, lo difícil era quedarse solo con un par de ideas.


Tampoco podíamos quedarnos sin saber si alguno de ellos tenía manías o rituales antes de darle a las teclas. Campbell se sienta a escribir por las mañanas, “siempre con algo caliente para beber”, explicó, “como si así le dijera a la mente que debe ponerse a trabajar o la bebida se quedará fría. La mente se cierra a los sobreestímulos cuando le das una rutina”. Llevar siempre un cuaderno es otra opción, y que yo sepa, lo hacemos muchos, porque la idea puede aparecer en cualquier momento. Lozano utiliza un cuaderno diferente para cada historia, así que echad la cuenta de cuántas tiene por ahora… más los proyectos en la sombra, que seguro que no serán pocos.

Pero no podríamos hablar del proceso editorial sin tocar la documentación. Riera afirmó que “no es necesario documentarse sobre lo que has vivido” en referencia a sus experiencias en Yemen o en la guerra de los Balcanes. “Lo primordial es ser verosímil”, añadió Lozano. “Una manía también muy común es la de visitar los escenarios donde transcurren las historias; es mi caso”. En un momento de la charla nos contó que tuvo la suerte de presenciar la autopsia de un cadáver. No contento con tomar notas desde una esquina, acabó ayudando a los forenses a romper el esternón al muerto.

Antes de darle la palabra al público, Ruescas preguntó qué consejos darían para enfrentarse por primera vez al editor. Riera buscó un agente que hiciera de intermediario, porque “a veces la relación con el editor es difícil y no hay atajos”, pero dejó muy claro que poca gente se gana la vida escribiendo. Es la primera fantasía que debe romper el autor novel. Cotrina habló de constancia, de escribir y leer mucho para mejorar. “Nadie se convierte en escritor en dos meses o un año”, terció Lozano, ya que la ilusión de tener algo publicado puede llevarte al desastre. Insistió en que mucha gente joven quiere publicar cuanto antes, y eso, en el peor de los casos, dañará su imagen de cara al futuro.
Uno cuando escribe tiene que asumir riesgos. Solo te puedes ofrecer al editor cuando estás convencido de tu obra, y probablemente no lo estés nunca al cien por cien. 
Me gustó que Gabriella Campbell rompiera una lanza a favor de los editores. “Los escritores solo piensan en lo que ellos necesitan” y se olvidan de una buena presentación de su manuscrito, de un pequeño dossier o biografía, público objetivo… A veces incluso se olvidan de la educación. En el momento en que el editor acepta publicar una obra, y esto es una opinión personal, ambos están trabajando en equipo; ambos deben adaptarse al otro con el fin de crear un libro cuidado y único. Si el proceso es una transacción pura (véase: el autor firma el contrato y el editor publica el libro, sin más) el resultado es deprimente. Así salen ediciones mal hechas, autores descontentos… Y un aporte más: es más común de lo que parece recibir manuscritos a pelo, sin “buenos días” ni carta de presentación, ¡muchas veces ni habían ojeado el catálogo! Pero no me quiero extender en esto. En cualquier caso, me gustó el contrapunto. Muchos escritores solo saben mirarse el ombligo.


Llegó el turno de preguntas. Con una mesa tan variada no podía irme sin exponer una apreciación muy extendida en círculos de literatura juvenil. Mi pregunta fue: “últimamente leo libros juveniles que parecen cortados por el mismo patrón: personajes planos, romances espontáneos y poco creíbles… y la escasa representación del colectivo homosexual o LGTB. ¿Podría decirse que, estructuralmente, la literatura juvenil se ha estancado? O más bien, ¿las editoriales no arriesgan? He ahí mi pregunta, con palabras más o menos acertadas. Pero era la mejor oportunidad para hacerla. La respuesta vino dada, primero, por Ruescas, y cito textualmente:
Creo que estás muy confundida. ¿Podrías poner algún ejemplo? Aun así, la literatura juvenil no tiene fronteras, y generalizar es ridículo a estas alturas. Además cada lector debe tener suficiente capacidad crítica para determinar si un libro es malo o no. Las editoriales españolas tienen una gran apertura de miras; esto significa todas las historias tienen las mismas oportunidades de ser publicadas. Puedes encontrar fantasía, ciencia-ficción, realista… en un mismo estante.
Mi capacidad crítica fue la que preguntó esto. Lo hizo porque la literatura juvenil me ha hecho pasar ratos inolvidables, tanto que uno de mis libros preferidos forma parte del género. ¿Pero cuántas veces he leído que los protagonistas se enamoran en la tercera página, que quieren estar juntos para siempre o el típico triángulo amoroso de chica tímida pero deseada por un chico malo y un chico tierno? Si pregunté en términos generales es porque esa corriente generalista existe y la vemos todos los días en las novedades; claro que existen novelas fuera de los estándares, pero no tienen las mismas posibilidades ni el mismo reconocimiento. “Las editoriales españolas observan el mercado anglosajón y americano y deciden sus próximas publicaciones en base a ellos”, continuó explicando el escritor madrileño. Ése es el primer problema: la falta de diversidad. Me parece una broma de mal gusto que las editoriales grandes tengan miedo de asumir riesgos. La literatura juvenil, junto a la infantil, debería ser prioridad máxima porque su público objetivo está en una etapa de desarrollo físico y espiritual. Así que las editoriales deberían apostar por la diversidad, por la verdadera apertura de miras, esa que te muestra también historias de Latinoamérica, Oriente Medio, China…; que sea, en definitiva, una ventana al mundo que nos rodea y que es tan vasto que nunca llegaremos a conocerlo entero. Y si yo como adolescente casi todo lo que recibo son historias eurocentristas o americanas, perspectivas que ya de por sí me son familiares debido a la globalización (fenómeno en el que una cultura dominante absorbe a una minoritaria), mis ideas y mis opiniones se formarán en base a ellas.

En este punto de la conferencia, Cotrina y Campbell señalaron que en “El fin de los sueños” tiene un personaje homosexual, si no me equivoco, y son optimistas en cuanto a la aceptación del colectivo; además, Lozano subrayó que tristemente las editoriales contemplan con “mayor cautela” los libros que se salen de lo establecido, y que Ruescas había descrito un camino maravilloso que no existía.

Estoy de acuerdo con Ruescas en que la literatura juvenil aún se está construyendo y su situación ha mejorado exponencialmente con respecto a la última década, pero no es solo eso ni así de fácil. La representación de personas no blancas y heterosexuales es escasa. Libros con personajes homosexuales, sí. ¿Cuántas historias de amor? ¿O cuánta literatura juvenil africana hemos leído?  No os lo voy a negar: me sentí un poco estafada e impotente cuando escuché la respuesta. Ahora que ha pasado un mes pienso en ello como una simple anécdota que muestra las carencias del sistema editorial, sistema que me encantaría cambiar desde dentro. Apostar por la diversidad es apostar por un mundo más grande.  Abro la veda al debate. Me dejo muchas opiniones en el tintero, pero creo que ya hay suficientes ideas en el post. Tengo muchísimas ganas de saber vuestras opiniones.

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8 comentarios

  1. Tengo la misma idea sobre literatura juvenil, está estancada en una repetición constante de escenarios y personajes, todos con las mismas características físicas y psicológicas y con la extraña obligación de que aparezca un romance sí o sí en algún momento de la obra. Obviamente hay libros que se salen del marco pero o lo hacen muy tímidamente o no se les da importancia.
    Respecto a la respuesta de Ruescas a tu pregunta... ¿Quiere algún ejemplo? Si casi cualquier libro que cojas en la sección juevenil de la librería lo es. No responde a nada y mucho menos argumenta lo que dice, es que hasta se contradice con lo de que las editoriales españolas están muy abiertas de miras y luego dice que buscan un libro similar a la última moda anglosajona.

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  2. Yo creo que el problema principal está en el concepto que las editoriales tienen de la literatura juvenil (y que supongo vendrá dado por el público objetivo).

    Si tenemos en cuenta que estos libros suelen estar dirigidos a adolescentes de entre 14-17 años (año arriba, año abajo) y que a esa edad impactan mucho ese tipo de novelas que criticas (amores prohibidos, chicos guapos, chicas tímidas que resultan ser el centro de atención...) pues... ¿para qué cambiar lo que ya funciona? Al fin y al cabo, a esa edad los jóvenes "son tontos y no piensan en nada más que en esas cosas tan superfluas" (cosa que en algunos casos es cierta) y cuando quieran algo más profundo ya saltarán a la literatura "adulta".

    Por esa razón hay muchos libros que en el sentido amplio podrían considerarse juveniles y que se publican en colecciones para adultos o en colecciones como Nube de Tinta, que busca eliminar esas clasificaciones por edades, para que no se los estigmatice con la etiqueta "literatura juvenil" (me viene a la cabeza, por ejemplo, la novela de aventuras "El buen ladrón" en Anagrama que cuenta la historia de un niño manco y huérfano en EEUU del siglo XIX que va en busca de su pasado, o "Algún día este dolor te será útil" en Asteroide, una novela iniciática que cuenta las vivencias de un chico inadaptado de 18 años en el Nueva York actual).

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  3. ¿Un transexual en la última de cotrina? Lésbico sí, trans no :P. De todas formas,a mí me parece muy mal la respuesta que te dio, muy cortante y a lo que anima es a que NO se le hagan preguntas. Además, justamente Alfaguara, a día de hoy (y las demás ni te cuento) es de las que menos arriesgan en las novedades y no te digo de algo que se aleje mucho de sus estandartes, sino un poquito.
    Ahora hay muchos autores marchándose a amazon, cansados de estos problemas con los editores :/. No sé, yo creo que todavía se puede hacer algo, pero se necesita arriesgar un poco. Las pequeñas y medianas arriesgan lo justo, son las grandes las que deberían intentarlo más

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  4. No estoy NADA de acuerdo con Ruescas, y él mismo se contradice al afirmar que en España vemos lo que van a sacar otros países y por ahí vamos, y así vamos, como borregos. La literatura juvenil no está estancada, pero sí el mercado que comercia con ella. Me parece que Ruescas defiende su terreno porque es suyo y le afecta, sin pararse a pensar en tu pregunta que, permíteme, me parece de aplauso. Creo que su contestación ya pone de manifiesto la ceguera que reina en el terreno de la literatura juvenil.

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  5. Creo que no hay nadie que haya leído literatura juvenil que no pueda darle a Ruescas una lista de libros que no tratan ninguno de esos temas.

    La falta de representación de personajes de color o del colectivo LGTB es uno de los motivos por los cuales me alejé de la literatura juvenil. Llega un punto en el que las novelas se empiezan a parecer unas a otras. Mucho más fácil encontrar personajes así en novelas para públicos adultos.

    Puede parecer que la identificación con personajes ficticios es una chorrada, sobre todo a los que ya somos mayores. Pero lo cierto es que estas novelas le están diciendo a miles de jóvenes que los personajes LGTB o de color no existen o son secundarios o, peor aún, estereotipos (el amigo gay de la protagonista, la lesbiana masculinizada, etc.).

    Esto me recuerda a Rick Riordan. En su saga de Percy Jackson (¿creo que es en la de Percy Jackson? no sé cómo van sus sagas, la verdad), en los últimos libros, ha sacado a un personaje del armario. Esto es lo que ha dicho cuando le preguntaron por qué ponía un personaje homosexual en libros para niños: "[...] The idea that we should treat sexual orientation itself as an adults-only topic, however, is absurd. Non-heterosexual children exist. To pretend they do not, to fail to recognize that they have needs for support and validation like any child, would be bad teaching, bad writing, and bad citizenship. Once I realized this character’s life experience was informed by his sexual orientation, I would’ve been doing a disservice to the readers and the story to simply sweep it under the rug."

    En esencia, opino lo mismo. Es necesario que los niños, pre adolescentes y adolescentes puedan leer historias con personajes LGTB y de color. Ocultarlos es como decir que no existen y, por tanto, considerarlos raros, algo que no entra dentro de la cultura. Y, además, evitas que quienes sean así se sientan identificados, tengan modelos a seguir y reafirmen su personalidad.

    Fuente de la cita: http://www.thehindu.com/features/metroplus/i-am-a-storyteller-not-preacher/article5275853.ece

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  6. ¿Ejemplos? Tomen cualquier saga juvenil que se haya llevado al cine (al menos una primera entrega) en la última década, aquellas que se supone son las más exitosas.

    Yo sí creo que hay una gran cantidad de títulos "alternativos", el problema es que estos están condenados a editoriales pequeñas, o a una difusión testimonial entre las grandes; sus caballos de batalla serán siempre las historia "de éxito" (en el mercado anglosajón).

    Tampoco estoy muy de acuerdo en separar la literatura en "juvenil" y "adulta", sobre todo cuando esto se usa como una justificación y acaba siendo un estigma. No soy especialmente entusiasta de las sagas "juveniles" modernas, pero sí de varios clásicos que algunos etiquetan como "juveniles", y que pese a ser más fantasiosos o ligeros, en poco o nada desmerecen frente a relatos más "adultos".

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  7. Me parece muy interesante tu pregunta, y quizás también su respuesta. Más que por lo que dice, por lo que implica. Yo lo que leo entre líneas es que hay una despreocupación y desconocimiento de la literatura juvenil, que las editoriales saben que van a vender igualmente, y que explotan lo que saben que van a vender. A la vez, no se esfuerzan en ir más allá y no tienen intención de cambiarlo, porque no les hace falta. Su público no es crítico, o por lo menos no veo que sea crítico, y seguir las corrientes y los bestsellers de otros países es mucho más cómodo que buscar otro tipo de historias, personajes y problemas.
    Parece que el Celsius tuvo un montón de cosas interesantes, qué suerte los que pudisteis ir :)

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  8. El tema de la poca representación de la comunidad LGBT en la literatura me preocupa sólo a nivel cultural, de la misma forma que me preocupa la falta de representación de otros grupos minoritarios, o tantísimas otras cosas de la influencia norteaméricana en el resto del mundo. Quizás lo que me tiene tranquila al respecto es que precisamente (paradójicamente) en Estados Unidos ya se están tomando los primeros pasos para solucionar este tema, y supongo que el resto del mundo no tardará en imitarlo.

    Lo que de verdad me preocupa es la falta de calidad en la literatura juvenil actual. Me duele y me da ganas de reír maléficamente, todo al mismo tiempo. Y las palabras de Ruescas me resultan de una falsedad insoportable. No sé si intenta engañarse a sí mismo o a los demás, pero sea como sea creo firmemente que alguien debería haberle dado una bofetada según empezó a hablar. Que le hagas una pregunta seria hablando sobre similitudes estructurales y él te contraargumente mencionando la variedad de géneros es hasta ofensivo.

    No obstante, tengo que romper una lanza a su favor y decir que coincido con aquello de que los lectores deberíamos tener suficiente capacidad crítica como para determinar si un libro es malo o no. No podemos culpar a las editoriales de todo y esperar que nos den todo masticado. Si lo que se demandara fuera buena literatura juvenil las editoriales se esforzarían para proporcionar ese producto a los consumidores. La triste realidad es que eso no sucede. ¿Las editoriales están estancadas? Sí, porque nuestra sociedad está estancada culturalmente. Hay una falta de criterio que, francamente, asusta, y tengo la sensación de que todo lo que hacemos responde a la búsqueda desesperada de un efecto placebo. Todo me parece inundado por un relativismo ridículo y una ansiedad descontrolada de entretenimiento insustancial. Quizás para cambiar las cosas debamos empezar por cambiar nosotros mismos.

    Z.

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