De madrugada, quizás más tarde
9:52:00—No es momento de hablar. —Posó un dedo sobre sus labios y los acarició mientras se alisaban en una sonrisa.
—Pero dime. ¿Qué es lo que va a pasar ahora?
Hubo un prolongado silencio. En la calma más codiciada, el aroma dulzón de las frutas quedaba ahogado por el sudor. La penumbra era la tercera en discordia, amiga de las palabras mudas y los besos intensos que se escapaban por la ventana.
Ella se encontraba boca arriba con el semblante propio de aquel que está en los brazos de la persona que ama. Sus manos recorrían incesantemente las cicatrices de su cuerpo, ahondando en ellas no para hurgar sino para cerrarlas. Y su empresa era tal que repetiría el gesto hasta que la piel quedara completamente recta. Por supuesto, sabía que nunca sucedería, y era eso lo que le proporcionaba tanta paz; él no podría marcharse de su lado nunca. ¿Quién iba a cuidarle si no? ¿En qué brazos descansarían sus pesares?
Él no necesitó más que una mirada para que interpretar sus pensamientos. La atrajo hacia sí y dibujó el futuro en su espalda, pequeños deseos de felicidad poblando su cuerpo.
1 comentarios
*____*
ResponderEliminarEse chico la ama, si sabe interpretar su mirada, se la merece *v*
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