Eleazar, ¿qué ven tus ojos de autora?
1:51:00Si el título no os ha llamado la atención, nada lo hará. Me apetece comenzar la semana con una entrada personal, alejada de la línea habitual de curiosidades y técnicas literarias. Sabéis que soy de reflexionar sin un motivo concreto.
No recuerdo el día que empecé a escribir. Tampoco lo que escribí, pero sí por qué: quería dar distintos finales a mis series preferidas. ¿Cuáles eran? Pokémon, Digimon, La pajarería de Transilvania, Escaflowne, Gárgolas... y un largo etcétera. Luego de algunos años comencé a construir mis propias historias, la mayoría influencia directa de lo que leía, veía y jugaba. Solo de adolescente surgió la idea de convertir la escritura en algo más, aún no sabía qué. Un camino del que no quería desviarme nunca o una carrera de fondo en la que todos los competidores eran yo; una ambición profesional, de eso no cabía duda. De los quince a los diecinueve escribí sin control y sin miedo y casi todo se quedó sin punto final, pero lo más importante es que el sendero del aprendizaje se traza solo a través del ensayo y error, y no sería la Eleazar que os habla ahora sin haber tropezado mil veces. Durante esos años se forjó mi deseo de convertirme en escritora "publicada". De ahí el fervor, seguramente. Más adelante cambió mi percepción: ser escritora es tener una profesión a la que dedicar horas y horas. Nadie me iba a tomar en serio si no lo hacía yo, así que creé una fórmula mágica que además sirve para muchas otras cosas en la vida: proyecto = constancia + disciplina. Si solo eres disciplinado a veces, terminarás a trompicones; si te sientas todos los días a escribir pero la mitad del tiempo lo pasas en internet, tardarás el doble de lo previsto, y probablemente será un trabajo lleno de altibajos. En resumen: me tomé escribir como la realidad que es para unos y el sueño que es para otros.
En medio de la vorágine de las redes sociales, refugio para las voces de muchísimos escritores que buscan encontrar su lugar en la literatura más tradicional, averigüé también que el exceso de ruido entorpece la creatividad. En otras palabras, pasar demasiado tiempo discutiendo y cotilleando no sirve para nada. ¿Qué importa a partir de cuántas palabras se considera novela larga o 'novella' (o novelette, ¡hay tantos temas para perder las horas...!)? ¿O quién está a favor o en contra de la piratería? No me gustan los patios de recreo, pero es verdad que cada cual es libre de invertir su tiempo en lo que quiera. Facebook y Twitter también son escondites para editoriales fraudulentas, revistas literarias, proyectos de gran envergadura abiertos al público... Las posibilidades son inmensas, pero he visto a más de una persona perderse en esta inmensidad. No es sano. Como tampoco lo es dar la espalda a la difusión que las redes sociales pueden proporcionar.
© Michael Hirshon |
Soy autora. ¿De qué? De una centena de relatos y cinco novelas (que no tienen por qué ver la luz solo por el hecho de estar terminadas). Y la situación no puede ser más emocionante: estoy metida de lleno en un proyecto personal que mezclo con otro de diferente extensión y con el crowdfunding de Pulpture. Ambos son saltos cualitativos con respecto a lo que hacía antes; digamos que está siendo como saltar al vacío gritando "¡yija!"y confiar en que la caída no llegue nunca. Ese segundo de euforia en medio del abismo. Ese instante donde lo ves todo alto y claro y por el que volverás a saltar. Eso también es escribir. O vivir.
Un grito sincero: ¡os necesitamos! |
Soy autora en un periodo donde proliferan obras, autores, historias, ideas, editoriales, conflictos, enemistades, apoyo, promesas, futuros. Para algunos esta abundancia es objeto de crítica: "ya no se lee tanto" (se lee más), "los e-reader son el demonio" (se lee mejor), escoged vuestra preferida y contestadla como más rabia os dé. Es innegable que los tiempos están cambiando, pero ¿qué sería de nosotros si nada cambiara nunca?
4 comentarios
Muy buena reflexión y cierta, muy cierta, tanto como las palabras de Murakami. El mero hecho de considerarse a uno mismo escritor ya es una prueba de resistencia, resistencia a todo lo que tenemos que oír a nuestro al rededor, personas que dudan de ti abiertamente pero que, seguramente, si tuvieras varios libros publicados y un buen dinerito en la cartera dirían que siempre creyeron en ti. En fin, me ha gustado mucho lo de que todos los enemigos somos uno mismo porque es verdad que, por mucho que se enciendan hogueras que puedan asustarnos (piratería, crisis, rechazos por parte de editoriales, etc.) los únicos que decidimos cuándo hemos fracasado somos nosotros. Sé que suena muy a cliché, pero nunca hay que rendirse, ese es el maldito truco.
ResponderEliminar:-)
Me encantan tus monólogos interiores. Ha sido una sorpresa saber alginas cosas de ti que no sabía. En cuanto a lo de leer, creo que se lee más ahora que en la época de mis padres y en cuanto al e-book, sé que es cómodo, sobrerodo para viajes, pero eso no significa que ya no compre libros en papel porque son excepcionales.
ResponderEliminarun saludo.
La verdad es que coincido bastante contigo, tengo una experiencia bastante similar y desde luego la clave está en no rendirse.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo contigo en casi todos los puntos (yo, desgraciadamente, no soy capaz de mantener la disciplina de escribir). Especialmente, con ese que dice que Facebook y Twitter son un agujero negro de ideas y de talentos. Se leen tantas cosas, algunas tan desesperanzadoras, que quien les haga caso dejará su novela sin terminar y la tirará por la ventana: las editoriales ya no publican, los concursos están amañados, los autoeditados son malos libros, hay editoriales que estafan, solo se leen bestsellers... Como no sepas alejarte de todo eso, aunque no quieras publicar, te mina la moral y te quita las ganas de seguir apostando por una novela.
ResponderEliminarUn beso!
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